miércoles, 4 de noviembre de 2009

Cuento de terror

Capitulo 1

Era media noche, y las farolas iluminaba las calles con una luz enfermiza de pabellón de reposo.
En la oscuridad sonaban los pasos tranquilos del hombre flaco, casi escuálido, que caminaba hacia su casa junto a su hijo. El niño, de unos siete años, iba agarrado de la mano de su padre como si llevara una bandera.
Cuando pasaron junto a un edificio abandonado, no vieron cómo dos hombres salían sigilosamente de entre las sombras del portal y se colocaban a su espalda. El hombre flaco sintió el cañón de una pistola en la nuca y se detuvo.
“Súbete al coche”, dijo una voz detrás de él. “Ahí, a tu derecha”.
El flaco miró a su derecha y vio un vehículo aparcado con la puerta trasera abierta. Su hijo seguía sosteniéndole la mano en silencio, y ninguno de los dos se movió. Intercambiaron una breve mirada y el hombre flaco cerró los ojos y asintió para indicarle al niño que se calmara, que él se encargaría de la situación.
“Que te subas al coche”, insitió el hombre que le apuntaba a la nuca. “Y el chaval también.”El hombre flaco respiró hondo y se volvió hacia sus dos agresores. Uno de ellos, de pelo largo, le apuntaba -ahora al rostro- mientras el otro, pelirrojo y grueso, se mantenía a una distancia prudencial y miraba a su alrededor con aprensión, vigilando que nadie les viera.“No tenemos dinero”, dijo el hombre flaco. “Dejad que nos vayamos.”“Sí que tenéis pasta, y si no la tenéis seguro que sabéis dónde pedirla… ¡Sube al coche, coño, o te pego un tiro!”“Verás”, continuó el flaco sin perder los nervios, “me parece que os estáis equivocando de personas.”
“El que se va a equivocar, y mucho, eres tú”, rugió el hombre del pelo largo, “si no subes al puto coche con el mocoso YA.”El flaco negó con la cabeza.“Tenemos que irnos a casa”, dijo.“Pero… ¡hay que joderse!”, bramó el pelirrojo unos pasos más allá. “¡Mételos en el coche o pégales un tiro!”El hombre de pelo largo acercó el arma al rostro del flaco, justo ante sus ojos.
“Ya has oído las dos opciones”, le susurró con voz afilada. “O el coche o un balazo. ¿Qué dices?”“Que no vamos a subir a ese coche.”
El hombre del pelo largo no siguió discutiendo. Bajó el cañón de su arma, apuntó a la cabeza del niño y disparó. Sin más. La bala le atrevesó la cabeza de parte a parte y el chico se desplomó como un títere sin hilos.



Capitulo 2

El pelirrojo se quedó mirando el cuerpo sin vida del niño como si estuviera hipnotizado.“Joder, ¿cómo se te ocurre matarlo, tío? ¿Estás…?”“¡Cállate!”, le interrumpió el hombre del pelo largo. Y a continuación, muy despacio, corrigió la posición de su pistola y volvió a apuntar al rostro del hombre flaco. No se había movido. Miraba de reojo a su hijo tendido en la calle y su única reacción fue un ligero temblor en los labios.Los ojos negros, negrísimos, del flaco se clavaron en los del asesino, que le sostuvo la mirada sin dejar de encañonarle y guardó silencio unos segundos. Quería que el hombre flaco tuviera tiempo para digerir lo que acababa de suceder. Había abatido a su hijo de un disparo ante sus narices. Iba muy en serio. Ese era el mensaje.
“El mocoso ya no se va a subir a ese coche”, dijo al fin el hombre de pelo largo, “pero tú sí. Porque si no lo haces te dejo seco a ti también y después me voy a tu casa y me cargo a tu mujer y a los hermanos del crío.”El flaco apretó las mandíbulas.“No tiene hermanos”, murmuró.“A tomar por culo. ¡Sube al coche!”, bramó el asesino. Y subrayó su orden amartillando el arma de nuevo amenazadoramente. “Por si no te has enterado, esto es un secuestro.”El flaco asintió, se volvió hacia el vehículo aparcado junto a la acera y se subió a él.
#
Conducía el pelirrojo. Las manos le sudaban y le resbalaban sobre el volante. Temblaba. Todavía no se había recuperado del impacto de ver cómo su compañero disparaba sobre aquel niño, y empezó a pensar que tal vez aquello de les hubiera ido de las manos. No podía salir bien.
Ni los secuestradores ni el secuestrado intercambiaron una sola palabra. El pelirrojo dirigió el coche hacia las afueras de la ciudad y tomó varios desvíos comarcales. 45 minutos después llegaban a un estrecho camino de tierra que conducía al interior de un bosque.
“¡Abajo!”, dijo el hombre de pelo largo.El flaco obedeció y miró a su alrededor. Era una arboleda sin casas a la vista, el lugar perfecto para esconderle durante meses si hiciera falta.“¡Andando!”El hombre del pelo largo le dio un empujón y el flaco echó a andar entre los árboles segudio por los secuestradores. Llevaban linternas, pero el bosque se tragaba la luz con voracidad y apenas veían por dónde pisaban.
Oyeron un batir de alas entre las ramas, seguramente un búho en plena cacería. Por lo demás, el bosque estaba sumido en un silencio perfecto, y el pelirrojo pensó que, más que un bosque, aquello parecía una emboscada. Le daba malas sensaciones. Muy malas.“Supongo que nos dirigimos a un zulo”, dijo el flaco mientras se abría paso entre la maleza.“Supones bien”, respondió el hombre de pelo largo.“¿Y después qué?”“Pediremos dinero por tu rescate.”“Os he visto las caras. He visto cómo disparabais a mi hijo. No creo que me vayáis a dejar en libertad aunque os paguen.”“Ya pensaremos en eso después. Métete por ahí”, ordenó el hombre del pelo largo señalando un terraplén con la linterna, “por detrás de ese saliente de roca.”
El flaco iba delante, así que fue el primero en salvar el saliente. Cuando, dos pasos por detrás, lo hicieron el hombre de pelo largo y su compañero pelirrojo, se quedaron estupefactos. Allí, a la luz de las linternas, vieron algo imposible. Algo simplemente inconcebible.
Sobre la trampilla que marcaba la entrada al zulo estaba el hijo del flaco, de pie, mirándoles con la cabeza ligeramente ladeada y expresión furiosa. Aún tenía el agujero del balazo en la frente.
El padre del niño no se sorprendió en absoluto.

No hay comentarios:

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails

Bienvenidos

Buscar este blog

Powered By Blogger

Primer texto

Hola este es primer texto,pero eso no sicnifica que sea mi primera entrada Je Je Je ...